¿Que son las Flores de Bach?
La
terapia de las flores de Bach desarrollada hace más de cincuenta años por el
médico e investigador inglés Edward Bach, es
uno de los fenómenos más interesantes de la medicina alternativa contemporánea.
Está basado en un concepto ausente en la medicina clásica: la relación entre el
alma humana y la manifestación de la enfermedad, que tiene en cuenta el
elemento psíquico de esta. La medicina dominada por la química y la tecnología
puede ser capaz de eliminar los síntomas de la enfermedad, pero no sus causas:
aumenta el conflicto entre el alma y el cuerpo y la curación se hace imposible.
El método curativo del Dr. Bach se basa
en el hecho de que la enfermedad no sólo es el resultado de trastornos
corporales sino que tiene su origen
en sentimientos y actitudes negativas que bloquean nuestra energía vital.
El punto fuerte de la terapia de las flores radica en la normalización
de los trastornos psíquicos y en la resolución de los conflictos internos, así
como en la mejoría del dolor físico con causas psíquicas reconciliables o
síntomas concomitantes.
Las flores de Bach no solo son adecuadas para el tratamiento
armonizador psicofísico en enfermedades de todo tipo —en ocasiones de modo
adicional al tratamiento médico— sino también para cuidar la salud y llevar una
vida sana, puesto que estabilizan y eliminan lo puntos flojos de tipo psiquico.
Como funcionan las Flores de Bach
El método se basa en el uso de treinta y ocho remedios
naturales, derivados de las flores, que inciden sobre las vibraciones
energéticas más sutiles del hombre.
Con la asimilación de los remedios, que carecen de efectos
secundarios y no interfieren con los medicamentos, se obtiene una mayor
resistencia a los trastornos físicos, así como una mayor serenidad y aceptación
de uno mismo.
Pero ¿por qué
precisamente las flores?, pues porque la vida de la planta se concentra en sus
flores y es que la flor donde está la semilla que después vuelve a la tierra
para regenerarse de nuevo.
Así, podemos apreciar cómo, al relacionarnos con las flores
y la preparación de los remedios, actuamos a través de los cuatro elementos
fundamentales que regulan la armonía de nuestro planeta:
-la tierra, que proporciona a la flor apoyo y alimento, y a
nosotros nos da conciencia y sostén; sin la tierra, no podríamos existir, por
lo menos tal como somos ahora;
-el aire, que nos alimenta;
-el fuego, que se expresa con toda su fuerza, a través también del sol que nos nutre y nos regenera, y es un elemento indispensable en la preparación de los remedios;
-el agua, que nutre la planta y es determinante para la vida de todo el planeta y también para nosotros, dado que nuestro cuerpo está compuesto en un ochenta por ciento por agua y, además, porque los remedios se preparan utilizando el agua como elemento base.
Así es como toda la naturaleza de los remedios se expresa a través del vínculo con los cuatro elementos que se encuentran en la base de la vida misma y son, por lo tanto, determinantes e imprescindibles.
-el aire, que nos alimenta;
-el fuego, que se expresa con toda su fuerza, a través también del sol que nos nutre y nos regenera, y es un elemento indispensable en la preparación de los remedios;
-el agua, que nutre la planta y es determinante para la vida de todo el planeta y también para nosotros, dado que nuestro cuerpo está compuesto en un ochenta por ciento por agua y, además, porque los remedios se preparan utilizando el agua como elemento base.
Así es como toda la naturaleza de los remedios se expresa a través del vínculo con los cuatro elementos que se encuentran en la base de la vida misma y son, por lo tanto, determinantes e imprescindibles.
No existe curación posible si no va acompañada por una
actitud mental distinta, por la tranquilidad y la felicidad interior.
La única condición que debe tener en cuenta quien
experimenta por sí mismo este método es que aprenda a reconocer honestamente
los propios estados de ánimo, asociarlos con los remedios y confiarse a ellos
para recuperar el bienestar.
Bach consideraba que estas flores pertenecen a un “orden
superior”, por cuanto cada una de ellas canaliza una vibración energética que
responde perfectamente a determinadas características del ánimo humano. Las
treinta y ocho flores, por tanto, se relacionan con el paciente en función de
un intercambio energético que podría definirse como “chispa divina”, o también
como “potencial espiritual”, y que se clasifican de acuerdo con este potencial.
Por lo tanto, cuando un obstáculo se interpone entre nuestra
personalidad y nuestro potencial espiritual, nuestro campo energético produce
una vibración distorsionada que, con el tiempo, puede degenerar y activar un
malestar de tipo físico.
El objetivo prioritario de las flores es el de relacionarse
con nuestras características básicas, para devolverlas a su primitivo
equilibrio y, por consiguiente, y a través de su vibración energética
beneficiosa, recordándonos quiénes somos y cuáles son nuestras autenticas
potencialidades.
Así, restablecidos, podremos por fin volver a alcanzar
aquellas características primarias que forman nuestro bagaje de recursos, y que
nos permiten reconocer nuestra unidad y nos confieren integridad.
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